La basura, ese residuo indeseable de nuestras actividades diarias, se ha convertido en una grave amenaza para el medio ambiente. Su presencia no solo afea nuestro entorno, sino que también genera una serie de consecuencias negativas que impactan en todos los niveles de la vida.
La basura que se tira en el suelo, como plásticos, metales y productos químicos, se descompone y libera toxinas que pueden contaminar el suelo.
La basura que se tira en los cursos de agua, como ríos, lagos y océanos, puede contaminar el agua y hacerla insegura para el consumo humano y la vida silvestre.
La quema de basura libera gases nocivos a la atmósfera, que pueden contribuir al smog, la lluvia ácida y el cambio climático.
Al recoger la basura, evitamos que contamine el suelo, el agua y el aire. Esto ayuda a proteger los ecosistemas, la vida silvestre y la salud humana.
Un entorno limpio y libre de basura nos hace sentir mejor y contribuye a crear comunidades más agradables y habitables.
La basura acumulada atrae plagas como ratas, cucarachas y mosquitos, que pueden propagar enfermedades.
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